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Kilian Jornet desveló un experimento de entrenamiento que hizo hace algunos años que consistió en poner al límite su cuerpo sin ingesta de alimentos. Foto: Matti Bernitz - Lymbus |
Kilian Jornet, siempre dispuesto a abordar retos que parecen imposibles, tanto de alpinismo como de carreras extremas por montañas, ha desvelado cómo fue capaz de llevar a su cuerpo al límite con un entrenamiento extremo que le costó un desmayo.
"Hoy quiero hablaros de una de las sesiones de entrenamiento más
interesantes a la que jamás me he sometido. Yo lo llamo 'Infierno' (HELL,
Holistic Exploration of the own Limitations with the purpose to Learn) y
significa exploración de las propias limitaciones con el propósito de aprender.
Es un concepto muy fácil de explicar, pero más complicado de poner en
práctica", confesó Kilian a través de sus redes.
"Debemos aislar un elemento de nuestro entrenamiento y en un entorno
seguro (punto importante) llevarlo a su límite. El objetivo es conocer nuestras
limitaciones como individuos para poder poner un margen de seguridad razonable
cuando estamos en una actividad real", comenta.
"Esos pueden venir desde los más simples de probar (por ejemplo,
cuánto tiempo puedo colgarme de un brazo) hasta los más complicados
(capacidades de lucidez en situaciones técnicas después y durante una carrera
larga sin parar con una gran cantidad de falta de sueño -la imagen adjunta es
de cuando terminé este tipo de prueba-). Ahí se puede comprender la importancia
de hacerlo en un entorno seguro, así que cuando llegas al límite quieres estar
en un lugar donde alguien pueda encontrarte rápido", destaca.
Correr sin comer
Kilian Jornet comenzó el experimento cuando
estaba en la universidad en Font Romeu y comenzó a hacer
ultras. "Una de mis pruebas favoritas fue dejar de comer y seguir
corriendo. Me preocupaba la posibilidad de perder un avituallamiento o no ser
capaz de comer durante una gran distancia, así que para ver qué podía
controlar, dejé de comer y seguí entrenando como hacía normalmente, entre tres
y cuatro horas al día", desveló.
Para el deportista catalán, durante este tiempo "el hambre era
manejable y la potencia y la velocidad disminuyeron drásticamente el segundo
día, pero no la resistencia".
"Finalmente el quinto día me desmayé (había informado de mi ubicación
para que alguien pudiera encontrarme si no despertaba) y empecé a comer de
nuevo. Ahora sé que no es un problema perder un avituallamiento o si no puedo
comer durante un esfuerzo de 24 horas", aseguró.
A través de las redes sociales, el corredor de trail español Jan
Margarit confesó que había intentado hacer el mismo entrenamiento y
que solamente llegó a un día y medio, mientras que el triatleta alemán Jan Frodeno, que recientemente hizo un Ironman en
su casa, dijo subrayó: "Ese experimento es una locura, pero por eso eres
el mejor".